20 mayo, 2006

Sobre el amor

Hola!

Quizá os preguntéis porque hace tanto que no escribo. La razón es que al parecer mi musa me ha abandonado ante la inminente llegada de los exámenes así que, mientras sigo buscándola, os dejo un fragmento de un libro que leí hace tiempo y al que aún acudo de vez en cuando. ¡Suerte a todos y todas para los exámenes! ¡Hasta la próxima!


Y Almitra dijo entonces: Háblanos del amor.

Y él alzó su cabeza, paseó su mirada entre la gente, y se produjo un silencio; entonces con voz fuerte, dijo:
"Cuando el amor os llegue, seguidlo.
Aunque sus senderos sean arduos y penosos.
Y cuando os envuelva bajo sus alas, entregaos a él.
Aunque la espada escondida entre sus plumas os hiera.
Y cuando os hable creed en él.
Aunque su voz sacuda vuestros sueños como hace el viento del norte, que arrasa los jardines.

Porque igual que el amor os regala, así os crucufica.
Porque así como os hace prosperar, así os siega.
Así como se remonta a lo más alto y acaricia vuestras ramas más delicadas que tiemblan al sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá desarraigándolas de tierra.

Como a mazorcas de maíz os recogerá
Os desgranará hasta dejaros desnudo.
Os cernerá hasta libraros de vuestro pellejo.
Os molerá hasta conseguir la indeleble blancura.
Os amasará para que lo dócil y lo flexible brote de vuestra dureza.
Y os destinará luego al fuego sagrado, para que podáis convertiros en el sagrado pan para el sagrado festín de Dios.

Todo esto hará el amor con vosotros, para que conozcáis los secretos de vuestro propio corazón y así lleguéis a convertiros en un fragmento del corazón de la Vida.
Mas si vuestro miedo os hace buscar sólo la paz y el placer del amor, entonces mejor sería que cubrierais vuestra desnudez y os alejarais de sus umbrales hacia un mundo sin estaciones, donde reiréis, pero no con toda vuestra risa; donde lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.

El amor no da sino a sí mismo, y nada toma sino de sí mismo.
El amor no posee ni quiere ser poseído.
Porque el amor se basta en el amor.

Cuando améis, no digáis: "Dios está en mi corazón", sino "Estoy en el corazón de Dios".
Y no creáis que podréis dirigir el curso del amor: será él quien si os halla dignos dirigirá vuestro curso.

El amor no tiene más deseo que realizarse.
Mas si amáis y no podéis evitar tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:
Fluir y ser como el arroyo que murmura su melodía en la noche.
Conocer el dolor de la excesiva ternura.
Caer heridos por vuestro propio conocimiento del amor, y sangrar plena y alegremente.
Despertar al alaba con un corazón alado y dar gracias por otro día más de amor.
Reposar al mediodía y meditar sobre el éxtasis amoroso.
Volver al hogar cuando la tarde cae, volver agradecidos.
Y dormir luego con una plegaria por el ser amado en vuestro corazón y con una canción de alabanza en vuestros labios."

Gibrán Khalil Gibrán
"El Profeta"

06 mayo, 2006

Una historia de cuatro hombres...

Había una vez cuatro hombres llamados Alguien, Cualquiera, Todos y Nadie. Alguien, Cualquiera y Nadie pidieron a Todos hacer algo importante.

Todos confió en que Alguien lo haría y Cualquiera habría podido hacerlo, pero finalmente Nadie lo hizo. Eso molestó a Alguien, porque Todos debía haberlo hecho. Todos pensó que Cualquiera podía hacerlo, pero Nadie se dio cuenta de que Todos no lo haría.

En fin, Todos culpó a Alguien, cuando en realidad Nadie hizo lo que Cualquiera habría podido hacer.


Anónimo