27 junio, 2006

El Corazón de las Tinieblas

"[...]No podíamos comprender, porque estábamos demasiado lejos; no podíamos recordar porque viajábamos a la noche de la edad primera, de esas edades que han desaparecido, dejando escasas señales y ningún recuerdo.

La tierra parecía irreal. Estamos habituados a ver al monstruo ya domado, acostumbrado al freno, pero allí, allí aparecía monstruosa y libre.[...]"

Joseph Conrad
"El Corazón de las Tinieblas"


Monstruosa y libre... ¿Quedará algún lugar así en el mundo? Es triste pensar en eso, en todo lo que se ha perdido. En todas las cosas que ya no podremos ver, porque ya no existen.

El monstruo ya está domado, acostumbrado al freno.Vivimos en un mundo heredado. Lo que hoy vemos son las sobras de lo que los hombres se empeñaron en explotar para saciar su avaricia, que no conoce límites. Se acabó el correr por los valles, el cazar ciervos en manada y el beber el agua cristalina de los ríos que corrían hacia el lejano mar. Las arboledas ahora son bosques de acero y hormigón, el aire ahora es venenoso.

Ya nada queda. Vivimos en un mundo heredado de manos de quienes no eran sus dueños legítimos, de aquellos que tomaron como suyo todo lo que alcanzaban a ver. El hombre, el hombre, el hombre. ¡Maldito sea el hombre! Nos expulsaron de nuestros terrenos de caza, nos persiguieron con fuego y cazaron tantas presas que escasearon cada vez más, pues cada vez nacían menos crías.

Nos cazaron por nuestra piel, sin ninguna piedad, y si osábamos acercarnos a sus aldeas no descansaban hasta que la sangre de lobo caía en un torrente montaña abajo. Nos diezmaron por miedo, por odio a la madre tierra, siguiendo los dictámenes de un falso dios que les erigía como dueños únicos del mundo.

No respetaron nada que pudieron pisar, nada bajo la luz del sol.

Es por eso que los lobos aullamos a la luna, porque es el único lugar que aún no conoce la avaricia de los hombres.